Una buena pregunta puede ayudar más que una buena respuesta. En el curso de confirmación uno de los jóvenes preguntó así:

"Padre, si Jesús es Dios, ¿Cómo puede él rezar a Dios? Parece que está hablando consigo mismo."

Le felicité al joven por su excelente pregunta. Mi respuesta no era nada original. Le dije lo que enseñaron los Padres de la Iglesia: "El Padre es Dios. Su Hijo Jesucristo es Dios. El Espíritu Santo es Dios. Pero no hay tres dioses, sino un solo Dios." Es un resumen de la enseñanza más básica del Nuevo Testamento. Se llama la Santísima Trinidad.*

Por cincuenta días hemos celebrado el hecho que Jesús resucitó y tomó su lugar a la Derecha del Padre. Hoy reconocemos una tercera persona - que el Padre derramó en el día de Pentecostés. Su nombre es el Espíritu Santo. Igual que Jesús y el Padre, él también es Dios.

La venida del Espíritu Santo no era una sorpresa total. Jesús habló de alguien que tiene un nombre misterioso. Se llama el Paráclito. Viene de dos palabras griegas: para, que significa "al lado de" y cletos, "llamado." Jesús iba a llamar a alguien a nuestro lado. Por eso, se dice que el Espíritu Santo es nuestro defensor, nuestro abogado.

Necesitamos un abogado. Satanás siempre está acusándonos: "Has pecado. No vales nada. Eres basura. Toma tu propia vida." Un aspecto triste del escándalo en la iglesia es que dos sacerdotes se han suicidado.** El diablo siempre quiere el suicidio. Pero el Espíritu Santo es nuestro abogado. Si escuchamos, él nos dice: "Sí, es verdad. Has pecado. Pero hay perdón - y sanación. También para la persona que has dañado."

La semana pasada mencioné la oración al Espíritu Santo propuesta por el Padre Robert Spitzer. Esta semana quisiera hablar de algo aun más fundamental - la oración misma. ¿Que es la oración? La respuesta está contenida en la pregunta inicial del joven. Les va a sorprender pero, al fondo, oración es Dios hablando a Dios. Es el Espíritu Santo que reza dentro de nosotros. Hace posible que entremos en la relación que es anterior a toda otra relación. Es decir, el Padre y el Hijo. Todo lo que existe - incluyendo a ti y a mí - viene de esa relación de amor. Y tiene que volver a ella - o caer en auto-destrucción.

No hay más para decir. Por eso, cuando Pablo llegó al fin de su última carta a los corintios, les dijo:

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con Uds. (2 Cor 13:14)

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*La palabra trinidad nos se encuentra el Nuevo Testamento. Sin embargo, expresa la enseñanza de Jesus con exactidud. Se puede decir algo semejante sobre otras palabras: Encarnación, Santísimo Sacramento, Culto Dominical, el papado, la Concepción Inmaculada, Comunión de los Santos, purgatorio, etc.

**El suicidio es un pecado grave, pero no podemos juzgar al individual que se suicida. El Catecismo dice:

El suicidio contradice la inclinación natural del ser humano a conservar y perpetuar su vida. Es gravemente contrario al justo amor de sí mismo. Ofende también al amor del prójimo porque rompe injustamente los lazos de solidaridad con las sociedades familiar, nacional y humana con las cuales estamos obligados. El suicidio es contrario al amor del Dios vivo. Si se comete con intención de servir de ejemplo, especialmente a los jóvenes, el suicidio adquiere además la gravedad del escándalo. La cooperación voluntaria al suicidio es contraria a la ley moral. Trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida." (2281-2282)