Un Frente de Batalla Significante

(Homilía para el 29o Domingo del Tiempo Ordinario, Año C)

Como los israelitas en la primera lectura, estamos envueltos en una gran batalla. Tiene muchas dimensiones – espiritual, económica, cultural y política. Este domingo quisiera enfocar en un frente de batalla que a veces no consideramos, pero que tiene un significado enorme. Los medios de comunicaciones generalmente lo presentan como puro ciencia, pero tiene consideraciones éticas muy importantes. Unos políticos se nos ofrecen como una esperanza brillante para la futura de la humanidad, pero puede resultar en mayor deshumanización de la sociedad. Estoy hablando de los experimentos de células madres (“stem cells”) sacadas de embriones humanos.

Hay un tipo de experimentos con células madres que no es un problema moralmente. No hay dificultad en sacar las células adultas – por ejemplo de la medula – y usarlas para estudios y experimentos. De hecho el uso de estas células ha resultado en beneficios y da mucha promesa para el futuro. La Iglesia Católica está a favor de este tipo de investigaciones. El problema no esta en usar células madres de adultos, sino en la destrucción de embriones humanos para obtener células madres.

Para entender este asunto, es necesario preguntar de donde vienen estos embriones humanos. Por todo nuestro y el mundo hay laboratorios que poseen miles de ellos. Viven en un estado animación suspendida a temperaturas muy bajas. Pero ellos no empezaron a existir por su propia cuenta. Cada una tiene una mamá y un papá. No fueron concebidas, desde luego, en la manera normal por la unión de sus papás, sino en un vidrio fuera del vientre materno. El proceso se llama fertilización in Vitro. En unos casos los papás los están reservando en caso que decidan ponerlos en un utero para desarrollar en un niño pleno. En unos pocos casos los papás están en una lucha legal para determinar quien tiene derechos sobre ellos. Y en muchos casos los papás los han abandonado y los trabajadores del laboratorio se los descartarán.

Creo que Uds. ya pueden ver un problema cuando los papás tratan a sus proles en tal forma. No obstante, la cosa empeora. Algunas personas ahora dicen, “Pues, estos embriones se van a botar. ¿Por qué no usarlos para investigaciones científicas?” El argumento va así: Son muy pequeños y no se puede reconocerlos como humanos porque no tienen brazos, piernas u ojos. Tampoco no tienen posibilidad de sentir dolor. Entonces ¿Por qué no hacer experimentos con ellos?

Hay unos problemas con este argumento. Es verdad que requiere unas tres semanas para el embrión tenga un corazón que late y un poco mas hasta que tenga brazos, piernas y ojos que se reconocer – y luego desarrolla el sistema nervioso central. No obstante, las personas que proponen experimentos con células madres de embriones generalmente no dicen que hay proteger la vida del bebito desde aquel momento. Al contrario, defienden el derecho al aborto hasta el momento de nacer. Hay un elemento de hipocresía en los argumentos basados sobre apariencia y capacidad de recibir sensaciones.

Además, científicos saben que brazos, piernas, ojos, etc. no son las calidades que definen el ser humano. Saben que cada uno de nosotros recibe sus características esenciales en el momento de concepción. Por eso las células madres son tan maravillosas. Una célula madre del embrión puede desarrollarse en cualquier de los doscientos y tantos órganos que forman el cuerpo humano: hígado, piel, corazón, ojos, cerebro, nervios, etc. Al momento de concepción, tenemos todo.

Hubo un estudio bien interesante hace unos meses. Preguntaron a los laboratorios de fertilización in Vitro como se descartan de los embriones humanos. Mientras parece que muchos lo hacen en una formal muy casual, un número significante hablaron de su reverencia en aquel momento. Algunos aun dicen oraciones por los embriones y conducen un tipo de servicio funeral. En su profundidad los técnicos saben de que se trata: vida humana. No es como botar pelo o uñas. Son pequeños seres humanos.

¿Que debemos hacer? Parece que nos hemos arrinconado – y que no hay salida. Pero no es verdad. Hace unos veinte años el Papa Juan Pablo llamó a los científicos que dejen la producción de embriones humanos. Lo ha repetido varias veces. Hacerlo requeriría la colaboración de las empresas de investigación, las clínicas médicas, el gobierno y por supuesto, los papás. Sería un esfuerzo enorme, pero es posible.

Al mínimo, debemos insistir que no se use los fondos públicos para la producción de embriones humanos y los experimentos sobre ellos. Utilizar el dinero de impuestos para tales investigaciones implica la sociedad entera en un crimen horrible. Solo se puede compararlo al Holocausto de los Judíos o la esclavizad en cuanto a la moda en trata a seres humanos como objetos. Unos políticos están proponiendo que gastemos cantidades enormes de dinero público en algo que incluye la destrucción de embriones humanos. Tenemos que resistirlos en toda forma posible.

Nuestro mayor poder es la oración. En la primera lectura vemos que a pesar del hecho que los israelitas tenían menos soldados, la batalla iba en su favor mientras Moisés tenía los brazos levantados en oración. Jesús no da el ejemplo de la viuda insistente. Nunca dejó de pedir por la justicia. Nosotros tampoco. La viuda representa a aquellos que son débiles y vulnerables. Jesús quiere que estemos a su lado. En nuestro mundo, ¿quién es más débil, más vulnerable que aquellos pequeños seres humanos?

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English Version

De los Archivos (Homilía para Domingo Veintinueve - Año C):

2013: Enfoque en la Oracion, Parte Dos: Persistencia
2010: Oracion Persistente - La Eucaristia
2007: La Obra Varonil de Intercesion
2004: Un Frente de Batalla Significante
2001: Rezar Sin Perder el Animo

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