Una Confrontación con el Mal

(Homilía para el Segundo Domingo de Cuaresma, Año A)

La Transfiguración no es solamente una manifestación de gloria sino también una confrontación con el mal. El acontecimiento prefigura la resurrección de Jesús: “su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve.” (Mt 17:2) Lindo, pero lo que a veces no notamos es que, para llegar a esa meta, Jesús tuvo que enfrentar un mal horrible – todo que sucedería cuando enfrentó las autoridades en Jerusalén.

Moisés y Elías se le aparecieron para darle fuerza. Moisés tuvo que enfrentar el mal horrible de la esclavitud, la reducción de los Israelitas a objetos que el Faraón podía usar como querría. Elías enfrentó a los Israelitas mismos cuando empezaban a adorar los dioses de prostitución sagrada y sacrificio de niños.

Este viernes santo de 2005 un grupo se pondrá ante un mal particular de nuestra sociedad: la utilización de embriones humanos para investigaciones científicas. Como muchas ciudades, Seattle tiene centros que hacen tales investigaciones. Los centros, sí, hacen muchas cosas buenas, incluyendo el uso de células madres sacadas de adultos para desarrollar nuevas terapias. No obstante, el hecho que esperan alcanzar metas positivas no justifica la explotación de pequeños humanos. El Faraón hizo cosas buenas – algunas de ellas siguen como maravillas hasta hoy día – pero esto no justifica la esclavitud de los Israelitas y otros grupos de personas.

Los periódicos locales han escrito en términos entusiastas sobre estos centros de investigación. Notan que los centros atraerían grandes científicos a nuestra área, que darán un empujo muy necesario a nuestra economía y que, sobre todo, que tienen la promesa de curaciones para varias enfermedades. El entusiasmo de los medios no puede cubrir una cierta inquietud. Uno de los editores dijo que los experimentos usando embriones han sido “conectados erróneamente con el aborto.” Su declaración provoca una pregunta: ¿Por qué le molesta esta conexión si el no vea algo mal con el aborto mismo?* Y si el aborto es mal, ¿a que punto del embarazo debe haber una preocupación moral? ¿Cuándo el feto puede sonreír, dormir y escuchar la música? ¿Cuándo puede sobrevivir fuera del seno materno? ¿Cuándo tiene la capacidad de sentir dolor? ¿Cuándo tiene forma humana con ojos, manos y pies? ¿Cuándo el corazón empieza a latir?

Personalmente veo solamente un punto realista: cuando tenemos todas nuestras características físicas y hemos comenzado el proceso de desarrollo que terminará solamente con la muerte. Las células madres de embriones son tan maravillosos porque puede desarrollarse a cualquier de los tejidos y órganos que constituyen una persona humana: hígado, piel, orejas, cerebro, sangre, huesos y lo demás. El embrión es pequeño solamente en comparación con un niño recién nacido; en comparación con el gene que determina el color del cabello es como la Montaña Rainier. Producir y usar tales embriones para investigaciones científicas es una forma moderna de sacrificio de niños. Cada uno tiene su mamá, papá, abuelitos, aun tíos, hermanos y hermanas. El hecho que sus papás voluntariamente los ofrecen a la ciencia no justifica la práctica. Los antiguos israelitas ofrecían sus hijos a dios Moloch – y Elías tuvo palabras bien fuertes para ellos.

Este año el Viernes Santo cae el 25 de marzo – la Fiesta de la Anunciación. ¿Puede ser que Dios está diciéndonos algo? No creo que una simple casualidad que estas fechas coincidan en el momento preciso en que los gobiernos están corriendo, casi sin reflexión, para patrocinar experimentos sobre embriones humanos. La Fiesta de la Anunciación celebra el inicio de la existencia humana de Cristo – su concepción en el vientre de la Virgen Maria. Como nosotros, él comenzó como un embrión. Desde aquel día su potencial humano empezó a desplegar. Hoy vislumbramos su gloria. Si queremos estar con él en su gloria, tenemos que ir con él en el camino del sufrimiento – su gran confrontación con los poderes del mal.

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*Si alguien erróneamente conectó experimentos con embriones con la próxima cosecha de papás o con el precio de gasolina, dudo que el editor lo habría mencionado. Pero la conexión con el aborto le causó molestia.

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