Rigurosa Cuenta de Sus Pecados

(Homilía para el Domingo Veinticuatro del Tiempo Ordinario, Año A)

Este verano el Vaticano quitó a un sacerdote de Seattle de todo ejercicio del ministerio. La Arquidiócesis había determinado que las acusaciones contra él eran creíbles y se sintió obligada de seguir las normas del chárter de Dallas: “por aun un solo acto de abuso sexual de un menor de edad – pasado, presente o futuro – el sacerdote o diacono que ofende será quitado permanentemente del ministerio.” Los periódicos locales reportaron sobre ese caso, citando a una mujer, que ya tiene 48 años de edad y que prefiere mantenerse anónima. Ella expresó gratitud que la verdad finalmente había salido, pero no podía revelar exactamente que sucedió porque hubo un acuerdo de confidencialidad.

En esta homilía no tengo la intención de defender al sacerdote – o a la Arquidiócesis o al Vaticano. Mi opinión no importa mucho. Lo que me llamó la atención fue la reacción de varios comentaristas. La mujer dijo en el artículo que el abuso sucedió hace más de treinta años. La Arquidiócesis aludió al hecho en su declaración para la prensa. Un editorialista, asumiendo que la Arquidiócesis estaba tratando de mitigar las acusaciones, escribió, “¿Y que diferencia hace eso? ¿El hecho que sucedió hace treinta años disculpa lo que fue hecho?

No lo hace. El escándalo de abuso sexual ha confirmado algo que cristianos han sabido por largo tiempo: Nuestros malos hechos siempre están presentes ante Dios y, aun perdonados, sus consecuencias siguen. Es una enseñanza difícil. Reflexiono sobre unas cosas que hice y pienso, “Estaba joven cuando lo hice.” Hoy jamás diré tales palabras crueles, insensibles. A veces considero que no debo de ser contable para algo que hice la semana pasada. Por supuesto, yo era otro tipo de persona en aquel entonces.

Pues, yo puedo engañarme a mi mismo – por no a un observador objetivo y ciertamente no a Dios. El salmo 51 dice, “Mi falta yo bien la conozco y mi pecado está siempre ante mí.” Es la oración de un pecador arrepentido – supuestamente el Rey David después de que el profeta le enfrentó con su doble crimen de adulterio y matar. El salmista expresa remordimiento, pero no cae en desesperación. Irónicamente, es uno de los salmos con más gozo. David sabe la divina misericordia existe.

Las cosas serán diferentes para los que tratan de cubrir su pecado – especialmente si su culpabilidad les lleva a juzgar a otros. Para ellos Sirácides ofrece una llamada de despertarse:

El Señor vengará del vengativo,
Y llevará rigurosa cuenta de sus pecados.

Jesús presenta un mensaje semejante en la parábola. Es sobre un hombre que se declara bancarrota y así salva a su familia y a si mismo de la prisión. No obstante, aun cuando esta presentando su caso, mantiene secretamente las pequeñas deudas debida a él. Pues, un hombre tiene que ser prudente.

Su prudencia no tomó en cuenta la reacción del rey al descubrir la burla. En lo que tiene que ser uno de los versículos mas espantosos del Nuevo Testamento, Jesús nos dice que el rey “lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.” Es un dicho difícil. Un verdugo es él que administra castigos duros a los encarcelados. ¿Cómo es posible que el rey (Dios) entregue a alguien a torturas?

Hace dos semanas vi la obra de Shakespeare, Ricardo III. Trata de un hombre que aprovecha del la buena voluntad de otros para obtener lo que él desea. Parece que exitosamente ha callado su conciencia. Al final, aquella voz retorna (podemos decir, con venganza) para atormentarlo. Tiene la oportunidad de arrepentirse, pero desgraciadamente no la toma. En desesperación, muere.

Dios pone la voz de conciencia para un propósito. Desea que tenemos remordimiento sincero para nuestros pecados – todos, aun los mas pequeños, aun los que desde un punto de vista humana ya pertenecen al pasado lejano. Así podemos honestamente perdonar a los que no ofenden.

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English Version

De los Archivos (Homilias Para Domingo Veintidos, Año A):

2011: Como Perdonar
2005: Rigurosa Cuenta de Sus Pecados
2002: Perdón No Es Derecho

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