¿Cuál es Su Nombre?

(Homilía para Tercer Domingo de Cuaresma, Año C)

Tema básico: Dios quiere que sepamos su nombre - y quiere comunicarnos nuestro nombre verdadero.

En la lectura del Antiguo Testamento, Dios revela su nombre a Moisés. Un grupo que pone mucha énfasis en este pasaje son los Testigos de Jehová. Muchos de ustedes han encontrado a Testigos. Muy probablemente, han hecho esta pregunta: ¿Sabes tu el nombre de Dios? No es una mala pregunta.

Hoy escuchamos a Moisés preguntando a Dios cual es su nombre. Para entender la importancia de esta pregunta hay que recordar algo. Cuando Dios creó el primer ser humano, lo puso en un jardín bello y le dio una tarea. Esto es lo que tenía que hacer: dar nombres a los animales. Vio un animal con un pescuezo largo y dijo, giraffa. Otro animal pequeño brincaba y entró en el agua. Adán le llamó, rana. Dio nombres a todos los animales. Uno puede pensar que estaría contento en su lindo jardín, pero no estaba completamente feliz. A pesar de tener la compañía de los animales, se sintió solo. Sabía el nombre de cada animal, pero ninguno supo su nombre.

Para entender esto, permítanme un ejemplo personal. Tengo un perrito a quien quiero mucho. Le dio su nombre, Samwise, pero nunca le he dicho, "Ahora, Sam, quiero que sepas mi nombre; soy Padre Felipe." El me miraría, no más. Es lindo, pero no puede saber mi nombre.

Igualmente, en el Jardín de Edén ningún animal podía saber el nombre de Adán. Por eso Dios hizo caer sobre él un sueño y sacó una costilla. Dios la formó en una mujer. Cuando el hombre se despertó, exclamó, "esta sí, es carne de mi carne y hueso de mi hueso." Y dijo, "ella se llamará mujer porque de su hombre ha sido sacado." En hebreo la palabra para mujer es ishah y la palabra para hombre es ish. No solamente era la cosa mas bella que el había visto; mucho mas importante, ella podía saber su nombre.

Muchas veces he hablado con novios sobre esto. Durante su noviazgo y matrimonio, casi siempre tiene nombres especiales: mi cielo, tesoro, azúcar, miel; espero que no sea vinagre... Uno de mis amigos llama a su señora, Bubs. No estoy seguro pero creo que tiene algo que ver con burbujas. De todos modos, la Biblia dice que Dios da un nuevo nombre a su elegido. En el libro de Revelación, Jesús dice esto sobre la personas que se le acercan, Les daré también una piedra blanca, en la que está escrito un nombre nuevo, que nadie conoce sino quien lo recibe. (2:17) El Señor tiene un nombre nuevo para ti y para mi.

¿Y que de Dios mismo? El sabe nuestro nombre, pero ¿podemos saber su nombre? En la primera lectura Dios instruye a Moisés decir a los Israelitas que YO SOY le envió. Esto parece misterios - y es. Los Israelitas casi no pronunciaron las cuatro letras que aquí se traduce, YO SOY. Pero ellos sabían que habían recibido algo muy valioso: el nombre de Dios. En otras palabras, les invitó a una relación intima - el tipo de relación que existe entre amigos queridos o entre un novio y su novia.

Pues, la diferencia entre Dios y hombre es infinitamente mayor que la diferencia entre el hombre y otros animales. Para cruzar ese abismo, Dios mismo tiene que hacer el puente. Cuando se reveló a Moisés, era un paso enorme. La revelación de su nombre prefiguró a él que iba a ser en su persona el puente entre Dios y hombre. Jesús lo aclara que el es Dios entre nosotros. Dice, Antes que Abraham existió, YO SOY. Y hace una serie de declaraciones comenzando con las palabras YO SOY. YO SOY el agua viva, el pan bajado del cielo, el camino, la verdad, la resurrección y la vida. El nombre de Dios es Jesús.

Ese nombre es precioso: Jesús. Hoy escuchamos el nombre de Jesús usado sin pensar, como una broma o una exclamación. Algunos incluso tratan de desacreditar el nombre. Cuando oímos el nombre usado mal, debemos responder diciendo el nombre precioso suavemente. Ese nombre tiene poder. El nombre de Jesús hace huir a los demonios. Sana el espíritu herido. El nombre abre la puerta a la única relación que nunca decepciona. Y algo mas sucede cuando nos acercamos a Jesús. No solamente permite a nosotros decir su nombre, el habla nuestro nombre verdadero. Nos da la piedra blanca con un nombre nuevo escrito en ella. Alguien ha dicho que el mayor deseo humano es que alguien nos conozca como realmente somos. Solamente Jesús puede hacerlo.

En las semanas que quedan de la Cuaresma, escuchamos la invitación de acercarnos a el. Hablar su nombre: Jesús. Si alguien te pregunta si tu sabes el nombre de Dios, se puede decir Jehová o Yavé. Pero ahora sabemos que el que dice, YO SOY, nos ha mostrado su cara. Su nombre es Jesús.

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