“Señor, Enséñanos a Orar”

(Homilia Para el 17o Domingo, Año C)

El Catecismo, que es la enseñanza de Jesús para el hombre moderno, se sostiene sobre cuatro pilares: el Credo de los Apóstoles, los Siete Sacramentos, los Diez Mandamientos y el Padre Nuestro. Estos cuatro tienen tanta profundidad que un teólogo puede pasar su vida estudiandolos. Al mismo tiempo conocí a campesinos en el Perú que los aprendieron de memoria y sabían aplicarlos a sus vidas personales y las de sus familias.

En el evangelio de hoy Jesús nos da el cuarto pilar. Cuando los apóstoles le pidieron instrucciones sobre como rezar, el replicó, “Cuando oren, digan: Padre, sanctificado sea tu nombre…” Mi meta no es explicar las siete peticiones del Padre Nuestro. Les invito leer (o re-leer) lo que dice el Catecismo sobre ellos. Les prometo que descubrirán algo nuevo y crecerán en su aprecio para la oración universal de cristianos.

Lo que quisiera hacer esta mañana es ayudarles entender lo que es oración. El evangelio de hoy sigue el versículo donde Jesús alaba a María por escoger “la mejor parte.” Immediatemente vemos que él mismo “estaba orando.” (Lc 11:1)

A la primera vista parece que nuestra oración tiene que ser muy diferente que la de Jesús. Por supuesto, él es el único Hijo de Dios y nosotros débiles y distraidos. Sin embargo, la esencia de oración es igual. Quizás esto va a sorprender a algunos, pero la oración es siempre Dios hablando a Dios. En su carta a los Romanos, San Pablo dice claramente que no sabemos como rezar. “El Espíritu pide en nosotros, sin palabras, como con gemidos.” (Rom 8:26)

Un periodista le preguntó al Santo Padre como reza. El respondió, “El papa ora como el Espíritu Santo le permite rezar.” Un amigo sacerdote tuvo el privilegio de estar en la capilla vaticana con el papa Juan Pablo. Al principio, era una distracción porque el papa emite gemidos cuando reza. Pero después de un rato, el sacerdote se acostumbró y fue profundamente conmovido por la profundidad de su oración. Ud. y yo no tenemos los cargos tan pesados como el papa, pero nuestra oración tiene la misma esencia: El Espíritu Santo nos lleva por Jesús al Padre.

Mientras la esencia de oración es inefable por ser participación en la vida de la Trinidad, también es una experiencia humana. El Catecismo empieza su exposición sobre oración con esta cita de Santa Teresa del Niño Jesús:

"Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de agradecimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría."

Despues añade la definición clásica: 'La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes' (#2559)

Antes de rezar tenemos que reconocer nuestra necesidad. El Domingo pasado, después de la homilia sobre la destrucción de embriones humanos para estudios medicos, algunas personas me preguntaron que podían hacer. A veces cuando vemos nuestros medios de comunicación, el sistema educativo, aun medicina y el gobierno tan metidos en la cultura de la muerte, la situación parece desperante. Pero tenemos un recurso que casi no hemos utilizado. ¿Han notado como Jesús pasaba noches enteras en oración? Aquí en Sagrada Familia poseemos mucho poder porque día y noche siempre hay alguien en la capilla de adoración rezando ante el Santísimo Sacramento.

La cultura de la muerte nos rodea – y ataca a nuestros hijos. Y también penetra nuestros propios corazones con la desesperación. La única respuesta es la de los discípulos: “Señor, enséñanos a orar.”

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Versión Inglés

De los Archivos (Homilía para Domingo Diecisiete - Año C):

2010: Probar a Dios
2007: Por Que Creo Que Dios Existe
2004: La Persistencia Paga
2001: Señor, Enséñanos a Orar

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